miércoles, 17 de julio de 2013

Apuntes para el estudio de la elección de carrera en Oaxaca


En días recientes conversamos con un grupo de estudiantes que concluyeron el cuarto semestre de bachillerato en uno de los planteles del COBAO, situado en la región de los Valles Centrales. Dimos al encuentro el formato de grupo de enfoque, con el fin de aproximarnos al conocimiento del proceso de toma de decisiones frente a la elección de carrera profesional.
Hallamos que la mayoría de quienes participaron dicen saber con toda seguridad la carrera que estudiarán antes de inscribirse a quinto semestre; todas y todos dijeron que eligen primero su carrera y después la universidad donde quieren inscribirse; más de la mitad de ellos son activos e investigan mediante internet datos que les interesan acerca de las carreras e Instituciones de Educación Superior (IES) de su preferencia.
Nos dejaron saber que tienen percepciones estables acerca del prestigio de las IES de Oaxaca y de otras entidades; sólo un par de ellos requieren la aprobación de sus padres para decidir su carrera, las y los demás eligen solos y, enteramente, por vocación.
La mayoría, para elegir universidad, toma en cuenta lo que llamaron su “calidad”, sin que pudieran explicar los alcances del término; dos de ellos consideraron relevante saber qué puestos ocupan y cuánto ganan los egresados de la institución donde podrían inscribirse; consideran importantes los actos de promoción que realizan las instituciones educativas en sus bachilleratos, pero no son determinantes para su elección.
La información que se obtuvo, aún con las restricciones impuestas por la metodología, resulta relevante para reflexionar sobre a) las prácticas de promoción, dirigidas a los bachilleres, que ponen en juego las IES locales de educación superior; b) la disonancia entre lo que las IES creen que son y los atributos con que los que las identifican sus públicos; c) la dinámica de diseño y reforma de la oferta académica de las IES; d) la necesidad de que el periodismo preste mayor atención a los aconteceres propios de la educación superior, la ciencia y la tecnología, en función de la necesidad manifestada por el público; entre otros.
El grupo aportó información sobre cuáles son aquellas instituciones a las que no le conceden prestigio, ya sea por los múltiples conflictos internos, porque no cuentan con filtros académicos para la selección de sus estudiantes o porque su planta de profesores “les ha hablado mal” de ellas.
Llama la atención que cinco de los participantes dijeron no tener opinión -ni positiva ni negativa- acerca de una universidad en lo específico, asombrosa revelación, sobre todo tratándose de una institución que tiene cinco lustros de historia.
Cuando ingresen a su último año, prácticamente todos los bachilleres que participaron en el grupo ya habrán decidido qué y dónde estudiarán, por lo que las universidades que esperan hasta este punto para invertir en campañas de publicidad y acciones de promoción, tendrán que replantear sus tácticas.

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